Vivimos entre una gran mentira, una serie de anuncios constante. Solemos ser felices y sonreír cuando tenemos todo lo que queremos y a la vez es lo triste de vivir en una vida material. ¿Qué hay de los sentimientos, imaginación o sueños? ¿Por qué dependemos tanto de máquinas, estructuras que no tienen ni cerebro y hacen que el nuestro desaparezca? ¿Nos hacen, de verdad, la existencia fácil? Aún sigo esperando que esa invisibilidad se evapore y vuelva a resurgir la imaginación que tanto ansío. Recuerdo cuando un telefonazo y un simple juguete o balón eran motivo de horas y horas de juego. No existíanni los móviles, ordenadores, nada. Ahora es muy impactante, quizás frustrante que un grupo de amigos no se comunique entre sí, y lo más grave, que no pueden separarse ni dos minutos de un aparato con teclas y microchips. Nos hemos vuelto invisibles, ¿quiénes somos?, ¿a dónde vamos y de dónde venimos? ¿Donde somos queridos? ¿Hemos llegado a tal cobardía que ni somos capaces de relacionarnos entre nosotros mismos? ¿Somos de verdad iguales? Tristeza, monotonía, soledad, angustia... Nos hemos vuelto unas máquinas ignorantes, nos hemos vuelto invisibles.
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