Para qué seguir esperando a ese tren que nunca pasará, para qué demonios estás en una fiesta sin invitados, para qué caminar si te tropiezas con un muro que lo rompe todo, para qué vivir con prisa, para qué escribir en verso o prosa, para qué vemos más allá de las personas si no hay nada, para qué autoengañarnos, para qué protestar por la rutina si cuando la rompes sigues estando vacío, para qué esperamos por una respuesta de esperanza, para qué escribo sin nadie que lo valore de verdad, para qué intentamos esforzarnos si al final caemos del pedestal, para qué sonreír con ganas de llorar, ¿para qué?
Mientras tanto, sólo vivo, espero, imagino...
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