2.23.2012

Un pez.


A veces, me gustaría ser un pez para no volver a recordar los momentos del ayer, aquellos momentos que nos hicieron pensar que somos un insignificante, pequeño y vulgar ser. A veces, me gustaría ser un pez para poder nadar a contracorriente, y luchar entre la vida y la muerte, contra mi propia mente. A veces, me gustaría ser un pez para volver a aquel nido dónde yo nací, crecí, saber que nada perdí, y saber que siempre alguien estará ahí. A veces, me gustaría ser un pez y recorrer el mundo a nado, sin nadie a mi lado, sólo, soltero, solitario, buscando aventuras y responsabilidades, buscando lugares llenos de preciosidades. A veces, me gustaría ser un pez para no llorar en los momentos tristes, o ser fuerte con la muerte de un familiar. A veces, me gustaría ser un pez para flotar, comer, dormir, estar. A veces, me gustaría ser un pez y refugiarme en la oscuridad absoluta del océano, del que sólo salen un mar de incertidumbres. A veces, me gustaría ser un pez y no pensar en que lo bueno se va a terminar, en que la vida no es ningún mal, en que nada tiene final. A veces, me gustaría ser un pez para no maldecirme en cada acto, no arrepentirme, no herirme, no sentirme. A veces, me gustaría ser un pez para no volver a recordar los momentos del ayer, aquellos momentos que nos hicieron pensar que somos un insignificante, pequeño y vulgar ser.

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