Levantará el ave sus alas,
prenderá el fuego de nuevo la llama,
ayer y hoy, huyendo del mañana,
los ojos serán el reflejo del alma.
Miradas clavadas en otras con lágrimas,
guardando a la vez un perfume peculiar,
volviéndose oro cada vez que pasan,
tus cabellos desnudos con fragancia a mar.
Amores perdidos, abismos de caos,
murallas que exigen amargos silencios,
vuelta a sentir este agridulce frío,
el frío que quisieron nuestros destinos.
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