A veces, me gustaría tener el mundo en mis propias manos, ser el único dueño de todo esto y manejar a la gente como marionetas, simplemente para no sentir la impotencia que siento en estos momentos. Me gustaría volar, ver mi casa desde arriba, sentar mi culo en la cima del Everest mientras me como una bolsa de pipas y en mi otra mano tengo una lata de cualquier refresco. A veces, me gustaría cambiar el mundo por un momento, sólo por un momento, para ver y saber que sí podemos vivir en paz en un sitio mejor. A veces, e gustaría ser eterno, no poder morir, no poder llorar, no afrontar los problemas, no ver mi realidad. Pero sinceramente eso es imposible, nunca, nunca y nunca sabremos quiénes somos en realidad, de donde venimos, a dónde vamos. ¿Tan difícil sería reencarnarse en un animal? Sin sentimientos, sin remordimientos, vivir por y para el presente, no fiarse, ni preocuparse de la gente, no sé, quizás esto sea una tontería, pero da que pensar. Da que pensar que algún día tú te mueras y el único recuerdo sea tu nombre grabado en una tumba, o que tu existencia se resuma en unos polvos dentro de una urna. Todo se termina más rápido de lo que pensamos, de golpe y porrazo nos convertimos en un vil recuerdo, en un vulgar y simple nombre. Es muy fácil decirlo, pero tú puedes cambiar el mundo, tu propio mundo interior.

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